Lenguaje para hablar de vino

El vino lo disfrutamos con los cinco sentidos y gran parte de la experiencia está constituida por una amalgama de sensaciones. Sentir está al alcance de todos, pero expresar lo que se siente con precisión es un arte que necesita un poco de práctica y entrenamiento. Esto es aplicable a todas las facetas de la vida y, en el vino, donde tan importantes son las sensaciones, el lenguaje se ha ido moldeando para poder explicarlas y compartirlas.

El lenguaje del vino es un lenguaje tan sensorial como poético, que ha ido creciendo a lo largo de los años en extensión y complejidad y que hoy es enormemente útil para referirnos al vino, nuestra gran pasión, con la propiedad y la justicia que merece. Es por eso que manejar con soltura algunos de los términos más utilizados puede serte de ayuda, en especial si el mundo del vino es algo aún por descubrir para ti:

 

  1. Afrutado: vino con unos agradables matices frutales, tradicionalmente adquiridos a partir de una uva bien madurada.
  2. Aguja: cuando hablamos de aguja hablamos de vinos cuyo contenido en carbónico es perceptible al paladar y visible al descorchar la botella, deprendiéndose lentamente en burbujas, pero sin formar espuma.
  3. Añada: la añada es el año de la cosecha, aunque normalmente solo usamos este término para referirnos a lo excepcional, a un año con una cosecha muy particular por su calidad y cuyos vinos suelen dejarse envejecer.
  4. Añejo: los vinos añejos son vinos que han reposado durante un largo tiempo en barrica o botella.
  5. Balsámico: un vino con matices al paladar de determinadas maderas verdes, como podrían ser el cedro o el abeto.
  6. Barrica: un recipiente de madera curvada, normalmente de roble, donde el vino reposa, se oxigena y saca a relucir esos matices gustativos y olfativos que hacen del vino una bebida única.
  7. Bouquet: el bouquet es el conjunto de sensaciones olfativas que despierta el vino y normalmente aparecen una vez se han percibido los primeros aromas, como un final sutil, pero interesante.
  8. Cuerpo: este término se emplea para referirse a un vino denso y generalmente opaco a la vista. En cuanto al sabor, un vino con cuerpo es un vino con fuerza, del que podemos esperar unos pronunciados matices al paladar
  9. Lágrima: cuántos amantes del vino no se relamen ya con solo ver como el vino se desliza lentamente por la copa en ese movimiento circular y delicado, casi un toque de mano. La lágrima es justo eso, el recorrido del vino por la copa, y nos presta una valiosa información acerca del grado de alcohol del vino y otras muchas propiedades.
  10. Redondo: un vino armonioso y equilibrado, sin aristas ni disonancias.
  11. Retrogusto: el retrogusto son las sensaciones que se perciben en el vino una vez que se ha degustado. En función de la persistencia de estas sensaciones tendremos vinos cortos, medianos, largos o muy largos.
  12. Varietal: el vino elaborado a partir de una sola variedad de uva, de manera que en su aroma predomina el olor de una variedad determinada.
  13. Volátil: acidez que se percibe sobre todo en la nariz.

 

Como buen organismo vivo a través de la propia viveza de sus defensores, el lenguaje del vino siempre está dispuesto a la incorporación de nuevos términos que ayuden a describir aquello que cuando es bueno, nos deja sin palabras.