In Vino Veritas
Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, cuenta el popular refrán y es innegable la capacidad que tienen ciertas bebidas para sacarnos los colores y hacernos más proclives a la sinceridad y la exposición de los más profundos secretos. In vino veritas, que no significa más que “en el vino está la verdad”, es un proverbio de origen latino y atribuido a Plinio el viejo, un escritor y militar romano del siglo I.
No en vano se cuenta que en las culturas antiguas se pedía a los políticos y representantes del gobierno que bebieran vino antes de declarar públicamente para que no pudieran o más bien no fueran capaces de mentir. Sobre si hay verdad o no en ese estado de desinhibición, mucho se podría debatir, pero en realidad el significado de In Vino Veritas es mucho más profundo.
Para entender esto bien hay que decir que nuestros ancestros romanos consideraban que esta bebida contenía cualidades medicinales tanto para el cuerpo como para el espíritu. Y, claro, en esta cura para el alma residía muchas veces el contar con un “momento de verdad”. Pero, ¿qué es esto? ¿Qué sabían los romanos que a nosotros se nos escapa?
Un momento de verdad no es más que un instante capaz de dejar huella e imprimir un gran recuerdo en aquellos que lo viven. Ahora volvamos al vino, ¿cuántos momentos así no habremos vivido tomando una buena copa de vino?
El vino, a diferencia de otras bebidas alcohólicas, es una bebida pensada para el sosiego, para acompañar un momento de relax y placer, ya sea una cena o una conversación con un viejo amigo. Medicinal o no en un sentido estricto del término, tampoco son pocas las veces que al terminar uno de estos momentos hemos suspirado un “lo necesitaba”. O, en su defecto, las que tras un día largo hemos soltado un “necesito una copa”.
Vivimos en un mundo que avanza a ritmos rápidos, donde las preocupaciones diarias, las responsabilidades y la incertidumbre asociadas a la vida adulta urbanita dejan poco espacio para el descanso y el disfrute. En estos momentos de pausa y evasión de la ajetreada vida cotidiana es cuando encontramos la verdad o, en otras palabras, cuando ponemos en valor lo que verdaderamente es importante.