El origen del vino en América es sevillano

Remontémonos siglos atrás, esta historia empieza con un joven y aventurero navegante llamado Cristóbal Colón y, curiosamente, llega hasta nuestros días. Cuenta la leyenda que, en el momento del descubrimiento de América, las tres carabelas que comandaba el navegante llevaban algo más que fortuna y una poco perspicaz orientación, todo hay que decirlo, llevaban en ellas varias botellas de vino, las primeras que se gozarían en el Nuevo Mundo.

Del estado de ese vino tras tremenda travesía y teniendo en cuenta las condiciones de conservación de la época es mejor no opinar. Lo importante en este caso es que personalidades de todas las clases sociales y características desearon imitar su ejemplo y, con la llegada al continente, no perder tan sana y popular costumbre. Vamos, lo que viene a ser continuar disfrutando del placer de tomarse un buen vino, que uno ya añora suficientemente el hogar sin semejantes privaciones.

Por supuesto, lo sencillo hubiera sido empezar a promover una industria vitivinícola en América, más aún cuando la industria española era en aquel momento, si bien también lo es ahora, una de las más fructíferas del mundo. El problema es que eso supondría que las colonias comenzasen a autoabastecerse, con el consiguiente riesgo y pérdida de ingresos que eso suponía para la Corona española. Hubo que esperar a Hernán Cortés y muchos años para que esta reticencia inicial fuera superada, gracias a Dios, nunca mejor dicho y es que la necesidad de cultivar vides propias acabó justificándose como algo totalmente necesario para la Eucaristía, algo frente a lo que las autoridades tuvieron que ceder.

Así es, fueron las pequeñas comunidades religiosas las encargadas de dar los primeros pasos en cuanto al recorrido del vino en América se refiere. Sin embargo, hay un detalle más en esta ya de por sí curiosa historia. Lo cierto es que en la construcción de la fuerte producción vitivinícola americana que nos llega hasta hoy Sevilla fue una ciudad clave. Sevilla, como capital casi del mundo durante el Siglo de Oro y, en especial, durante el momento del descubrimiento de América y, como tal, fue la responsable no solo de suministrar el vino con el que se bautizarán las tierras colonas, sino que toda la materia prima de producción vitivinícola, así como el saber y la experiencia, también eran originarias de estas tierras.

Siglos después de tan glorioso pasado, los vinos hermanos americanos han adquirido fama por todo el mundo y este pedacito de historia parece haber caído en el olvido, junto con buena parte de la producción vitivinícola de Sevilla. Sin embargo, ésta es una tradición de ramas tan robustas y hermosas como las propias vides que aquí se cultivan. Esperamos que ahora la hagas tuya, sorprendido a amigos y familiares con tan jugosa narrativa mientras disfrutáis de un Colonias de Galeón y, por supuesto, también que el sabor de esta bebida despierte en ti la misma fortuna y aventura que a nuestros antepasados.

Que el buen vino te guie.