Cómo elegir el vino en función de la personalidad

Dime qué vino bebes y te diré quién eres. Si hemos sido uno de los afortunados a los que el azar ha premiado con un paladar hecho al vino, sabremos de primera mano cómo la elección del vino con los años se torna tremendamente característica y personal, de modo que es mucho lo que podemos intuir de alguien nada más que por sus preferencias vinícolas. Pero, quizás al revés sea aún más interesante, cuando el objetivo es encontrar el vino perfecto para un allegado o amigo y para ello recurrimos a su personalidad como guía. 

Griegos y romanos ya pensaban en la antigüedad que el vino forjaba el carácter de sus dioses, siendo Dionisio y Baco su más extremo ejemplo y que podía sacar a relucir los rasgos más significativos y las más profundas verdades de la personalidad de los hombres. Ya desde entonces era frecuente atribuir a cada vino un carácter propio y basar la elección del vino en cómo ese carácter maridaba con el carácter de la persona. ¿Significa entonces que nuestro estilo de vida, edad, género o forma de ser influye en cual sea nuestro vino favorito? 

Es posible. Un hecho tan específico como atreverse a pedir un vino de los menos conocidos dentro de la carta en lugar de elegir aquello considerado como lo seguro, denominaciones de origen clásicas, tal vez, ¿qué es si no fruto de la personalidad? Así, nuestra predisposición a la seguridad o al riesgo ya va a marcar el abanico de opciones a barajar. Y aún hay más. 

Recientes estudios realizados por French Wine Style determinaron que más allá del atrevimiento por innovar, la personalidad es uno de los elementos más decisivos a la hora de sentir predilección por un tipo de vino específico: 

 

  • Vinos crianza. Los amantes de los vinos crianza se definían a sí mismos como personas elegantes, generosas y apasionadas, con una enorme seguridad personal y también con una inusitada fuerza vital. Alegres, sensuales, cultos y con un instinto curioso que los lleva a buscar el continuo descubrimiento de nuevos lugares, también con los sentidos. 
  • Vino ReservaLos aficionados a los vinos de reserva, en contrapartida, se caracterizaban por tener una personalidad distinguida y mucho más práctica, capaz de apreciar la esencia de las cosas, pero desde una perspectiva resolutiva.  
  • Vino Gran ReservaEl carácter sublime de los vinos gran reserva se refleja perfectamente en aquellas personas que los consumen de forma asidua. Se trata de personasreservadas y muy cerebrales, de personalidad templada y exquisita que despierta admiración y cordialidad. Delicados y de profundos matices, al igual que ocurre con este tipo de vino. 
  • Vino BlancoUn vino especialmente valorado por aquellas personas que manifestaron un carácter calmado, reflexivo y empático. Su capacidad observadora se mostraba como uno de sus rasgos más definitorios. La dulzura y la sociabilidad también estaban presentes en estos consumidores. 
  • Vino rosadoLos vinos rosados demostraron un buen maridaje como vino de referencia para personas risueñas, soñadoras y, normalmente, de edades jóvenes. Estos individuos, en la mayoría de los casos menores de 30 años, manifestaban caracteres idealistas, sensibles y enérgicos. 
  • Espumosos. Desde luego, para que el vino de referencia sea un espumoso, el vino asociado a la espectacularidad y la celebración, debe tratarse de personas con un dinamismo y una espontaneidad igualmente efervescente. Las personas que en el estudio se decantaron por este tipo de vinos disfrutaban improvisando, eran sociables, activas y con un alto interés por el glamour y los placeres terrenales.  

 

Acertada esta clasificación o excepción que confirme la regla, lo cierto es que como ocurre con otras tantas cosas y en especial con las bebidas alcohólicas, consciente o inconscientemente acabamos tomando la bebida que, racional o irracionalmente, mejor encaja con la propia personalidad. El resto, como siempre, es cuestión de gustos.