5 lecciones para adentrarse en el mundo del vino

Sobre vino hay mucho escrito. De hecho, podríamos pasar toda una vida leyendo sobre vino y aún nos quedarían océanos de palabras por descubrir, pero, al margen de la vastísima literatura que podamos encontrar al respecto, hay cinco lecciones que harán de nuestra llegada al mundo del vino algo mucho más placentero, si cabe, y en la que todos los sumilleres del mundo coinciden.

La primera de estas grandes lecciones que nos llega a manos de los expertos es que por mucho que se pueda leer de vino, de vino se aprende consumiéndolo. Una cata con un buen “maestro de ceremonias”, un sumiller que nos guie en nuestros descubrimientos, sirve más al conocimiento y a la memoria que cualquier artículo. Aquí resumimos los siguientes, unos consejos con los que identificar un buen vino frente a otro de baja calidad y extraer el máximo placer de esta bebida.

 1. El vino es una bebida para disfrutar con los cinco sentidos

El color, el aroma y el sabor serán nuestros mejores aliados a la hora de sacar a relucir aspectos tan diversos como la calidad, la buena conservación o incluso a la hora de prevenirnos de un vino en mal estado. Confía en tus sentidos y en tus instintos, con el aprendizaje adecuado ellos serán tus mejores aliados ante la cata de cualquier vino. Por supuesto, el color del vino dependerá de la uva utilizada, el grosor de la piel y muchas otras cuestiones, pero hay tonos tradicionalmente asociados a un tipo de vino y cambios muy notables entre esos tonos pueden advertirnos de un problema. Por ejemplo, los tintos jóvenes suelen contar con matices violáceos, mientras que los blancos jóvenes mantienen un amarillo pálido. Respecto al aroma, también encontraremos una riquísima variedad de matices, pero los aromas agrios y avinagrados usualmente no están entre ellos.

2. Un buen vino mantiene armonía entre su color, olor y sabor

Un buen vino mantiene un equilibrio entre sus elementos, olor, sabor y color deben ser uno solo, perfectamente integrados en un todo equilibrado y con la debida permanencia en nuestro recuerdo y en nuestros sentidos. Cuando uno de estos elementos actúa como una nota discordante, sobresaliendo por encima del resto, sabremos con certeza que nuestro vino quizás no cuenta con la calidad ansiada o bien ha sufrido alguna anomalía durante su elaboración. El otro gran aspecto a tener en cuenta, es que el vino es una bebida que conversa con nuestros sentidos. Tras el primer sorbo debe ser percibido un viaje de sutiles variaciones en los matices tanto a nivel olfativo como gustativo. Un vino que nos provoca lo mismo al tomar contacto con nuestros labios que pasados unos segundos desde que lo saboreamos puede ser muchas cosas, pero no un buen vino.

3. El vino o se toma solo o bien maridado

Mandamiento aplicable al maridaje, pero también a las numerosas mezclas alcohólicas que encontramos hoy día y perturban las propiedades de esta gran bebida que en ningún momento fue concebida como bebida de cóctel por agradables que puedan resultarnos sus resultados. Respecto al maridaje, el consejo de los sumilleres es claro: el vino se prueba primero solo, luego ya, si es menester, se toma acompañado y siempre teniendo en cuenta la compatibilidad en el maridaje. Solo así seremos capaces de discernir la confluencia de sabores y matices que proporciona la elección de un buen vino a nuestro menú.

4. Un buen vino a la temperatura incorrecta acaba siendo un mal vino

Con el vino ocurre justo lo mismo, alguna que otra vez nos hemos encontrado con una preciosa vinoteca que, de tanto poner el foco en la estética se ha olvidado de lo más importante: la conservación de los vinos. Muchos restaurantes pecan de este mismo error y el resultado se nota cuando el vino llega a nuestra mesa, ya sea con la temperatura incorrecta o con matices que no deberían estar ahí y son fruto inequívoco de un mal cuidado del vino. Por supuesto, esta problemática es mucho más frecuente en casa, donde no siempre disponemos del espacio o las condiciones adecuadas para proteger las propiedades de cada tipo de vino. No obstante, aunque parezca muy difícil de base, con pequeños detalles podemos marcar una gran diferencia en la conservación de nuestros vinos y asegurar que permanezcan intactos hasta que decidamos degustarlos.

5. El vino es la bebida del regocijo, el placer y la pausa

Si vas a tomar vino, tómalo bien. Y no solo nos referimos a elegir el vino o la copa adecuada, sino a tomar vino pensando únicamente en su disfrute, poniendo en pausa todos los demás aspectos de nuestra vida y permitiendo que ese instante junto a nuestros amigos y familiares, o bien junto a uno mismo en una exquisita introspección, se guarden en nuestra memoria como un recuerdo tan sublime como el propio vino.